Estás trabajando mucho… ¿pero ganando poco?











Introducción

Hay una trampa silenciosa que atrapa a muchísimos hosteleros.

Parece que todo va bien: el local está lleno, se factura más que el año pasado, la cocina no para, la sala va a tope...

Pero el dinero no aparece.
No en la cuenta.
No en la caja.
No en la tranquilidad mental.

Y ahí llega la pregunta incómoda:

¿Cómo puede ser que esté trabajando tanto y ganando tan poco?

Hoy te explico por qué ocurre esto, cómo detectarlo y, lo más importante, cómo salir de ahí.


Facturar mucho no significa ser rentable

Esta es la raíz del problema.

Nos han educado para mirar solo la facturación.
“Este mes hicimos 60.000 €, vamos bien”.

Pero nadie pregunta:
¿Y cuánto ha quedado limpio?

Si tus márgenes son bajos, puedes facturar lo que quieras… y seguir en pérdidas.
Facturar más sin revisar costes es como llenar una piscina con fugas: nunca se llena.


No controlas tus costes reales

El food cost es el gran olvidado.
Muchos no saben cuál es. Otros lo calculan una vez… y nunca más.

Pero sin escandallos bien hechos, sin fichas técnicas, sin control de mermas y sin disciplina en compras, los costes se disparan.

Y cuando se disparan, lo que tú ves como “ventas” son solo fuegos artificiales.
Bonitos, pero vacíos.


El personal consume más de lo que produce

La plantilla es uno de los mayores costes de cualquier negocio hostelero.
Pero muchos trabajan con equipos sobredimensionados, turnos mal organizados o sin analizar productividad por hora.

No es cuestión de pagar menos.
Es cuestión de que cada euro que inviertes en personal esté bien invertido.

Más horas no es igual a mejor servicio.
Ni a más rentabilidad.


Los precios de la carta están mal puestos

Otro clásico.
Platos muy elaborados con precios que no reflejan ni el coste, ni el tiempo, ni la complejidad.

O directamente, platos que se han copiado del local de al lado sin hacer números.

El resultado: vendes mucho… de lo que menos margen tiene.
Y lo que sí sería rentable, está mal colocado o ni siquiera se comunica bien.


Las fugas invisibles te comen sin darte cuenta

Compras sin control.
Proveedores que suben precios y nadie lo revisa.
Errores en comanda que se repiten a diario.
Pedidos que llegan mal.
Platos que vuelven a cocina.

Cada uno parece “un detalle”.
Pero sumados, se convierten en cientos o miles de euros al mes que se escapan.

Y cuando eso pasa, por mucho que factures, la cuenta sigue temblando.


Conclusión

Estás trabajando mucho.
Eso es evidente.

Pero no estás ganando lo que deberías.
Y eso, más que normalizarlo, hay que enfrentarlo.

El negocio no mejora solo por abrir todos los días.
Mejora cuando dejas de correr y te paras a mirar lo que está fallando por dentro.

La rentabilidad no es un misterio:
Es la consecuencia de tener control, estructura y criterio.




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